Cómo el COVID-19 representa un reto para la sostenibilidad

Robin Naidoo, científico de WWF, habla de la pandemia y la salud planetaria

La pandemia del COVID-19 ha creado retos jamás enfrentados en todos los ámbitos y disciplinas. Las medidas de respuesta ante la enfermedad y de emergencia que están siendo implementadas han puesto a prueba nuestros modelos económicos y los sistemas de salud pública, con consecuencias devastadoras para la sostenibilidad y el sustento de muchos, especialmente quienes viven en países en desarrollo. Una forma de monitorear la salud de nuestro planeta es a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), un conjunto de objetivos establecidos por las Naciones Unidas destinados a erradicar la pobreza, proteger la salud de nuestro planeta y garantizar la prosperidad humana para el año 2030. Estos objetivos son clave para una recuperación “verde” ante el COVID-19, donde las economías puedan ser más fuertes e inclusivas y las sociedades más resistentes en todo el mundo.

Robin Naidoo, Científico Líder de WWF para la Conservación de Vida Silvestre, comparte sus perspectivas sobre cómo el COVID-19 ha desafiado los Objetivos de Desarrollo Sostenible y cómo, para alcanzarlos, necesitamos mejorar nuestra relación con la naturaleza.

¿Cómo ha impactado el COVID-19 al medio ambiente?

Los impactos ambientales del COVID-19 son paradójicos. En el lado positivo hemos visto la drástica disminución de las emisiones de CO2. Las restricciones del desplazamiento humano han permitido que algunos sitios, normalmente utilizados por las personas, estén siendo ocupados de nuevo por la vida silvestre. Debido a la reducción de la contaminación, por primera vez en la memoria de la vida moderna el Monte Everest ahora puede observarse desde Katmandú, Nepal y el confinamiento ha ocasionado que se reduzca sustancialmente la cantidad de muertes de vida silvestre en las carreteras en muchas partes del mundo.

Por otro lado, una menor movilidad humana también ha disminuido el turismo y la administración activa de muchas de las áreas protegidas del mundo. Ante la falta de vigilancia, la caza furtiva está aumentando en muchos lugares. Un análisis de TRAFFIC, la red de monitoreo del comercio de vida silvestre, señala que los informes de caza furtiva para consumo y comercio local se han más que duplicado durante el período del confinamiento.

Otro impacto es el incremento de los desechos plásticos debido a un aumento en los artículos desechables como guantes de látex o vajillas, lo que podría provocar más contaminación de los océanos. También vemos una mayor deforestación en lugares como Mozambique, donde el gobierno ha dejado de emitir licencias de tala debido a la pandemia; la Amazonía brasileña, donde la deforestación se ha disparado a medida que la supervisión disminuye; o Nepal, donde ha habido informes de contrabando de tala ilegal y caza furtiva de vida silvestre en algunos bosques comunitarios en Nawalpur.

¿Cómo parecen haber sido interrumpidas las políticas y normas sociales actuales por el COVID-19?

Podemos decir que una posible gran víctima del COVID-19 son los Objetivos de Desarrollo Sostenible del mundo. En 2015, las Naciones Unidas adoptaron estos objetivos para mejorar la vida de las personas y el mundo natural para el año 2030. El éxito de los ODS depende de dos grandes suposiciones: el crecimiento económico sostenido y la globalización pero el COVID-19 ha hecho trizas ambos supuestos. Esto tiene implicaciones fundamentales sobre cómo concebimos y priorizamos la sostenibilidad en un mundo postpandemia. Para darte un ejemplo, 30 (18%) de estos objetivos ayudarían a disminuir la probabilidad de otra pandemia global. Reducir el tráfico de vida silvestre y la demanda de estos productos reduciría significativamente la probabilidad de que se transfieran nuevos virus a los humanos. Además, los objetivos de (1) lograr la cobertura universal de salud, (2) reforzar la fuerza laboral del sector salud y (3) fortalecer la capacidad de los sistemas de alerta temprana para los riesgos de salud global, también ayudarían a frenar los impactos del COVID-19 en las naciones en desarrollo.

Conversión del uso del suelo en el Gran Chaco.

Pérdida de bosque en el Amazonas.

¿Son ahora los Objetivos de Desarrollo Sostenible poco realistas?

Incluso antes del COVID, no estábamos en vías de cumplir muchos de los 169 objetivos de los ODS para el 2030, en parte porque se estima que hay un déficit de $2.5 billones de dólares cada año en términos de necesidades de financiamiento. Dado que se espera que la economía global se contraiga en un 5% y el plazo para su recuperación sea incierto, el COVID-19 ha confirmado la sospecha de que dos tercios de todos los objetivos de los ODS pueden no cumplirse, siendo el objetivo de garantizar vidas saludables y promover el bienestar para todos uno de los más afectados. Sin embargo, si algo hemos aprendido del COVID-19 es que los gobiernos y los países pueden cambiar rápidamente su manera de pensar y actuar de manera oportuna. También hemos aprendido que las pandemias pueden sacudir drásticamente los modelos económicos y sociales y, por lo tanto, deben tomarse medidas drásticas para atender la salud pública, la pobreza, la biodiversidad y el cambio climático.

¿Qué industrias podemos predecir se verán afectadas por el COVID-19?

A raíz del COVID-19 la actividad económica en todos los sectores se ha desacelerado drásticamente y podemos esperar una contracción de la economía mundial a un nivel que no se había visto desde la Gran Depresión. El bloqueo ha impactado particularmente al turismo, lo que ha tenido importantes repercusiones negativas para muchas regiones del mundo en desarrollo, donde el turismo financia la conservación y gestión de las áreas protegidas y las especies amenazadas. Estos bloqueos y restricciones de viaje han afectado desproporcionadamente algunas comunidades indígenas que trabajan en la economía informal y dependen de los ingresos del trabajo estacional y el turismo para mantenerse. Por ejemplo, países como Kenia y Sudáfrica, donde el turismo es la principal fuente de ingresos para muchas comunidades, enfrentan efectos devastadores debido al colapso del sector turístico basado en la naturaleza. Siendo que muchos países vecinos están cerrando sus fronteras y parques para evitar la propagación del COVID, el presupuesto de las naciones para la conservación de la vida silvestre se está reduciendo drásticamente. La contracción de la economía mundial puede muy bien evitar que el turismo regrese a los niveles que teníamos anteriormente durante bastante tiempo.

¿Cómo podría beneficiar a las personas y la naturaleza si se diera un giro que considerara una economía más sostenible?

La crisis del COVID-19 demuestra que deben hacerse cambios sistemáticos para abordar los factores ambientales que detonan las pandemias.

Una respuesta inmediata y a corto plazo que muchas personas han pedido es reducir el consumo de especies de vida silvestre de alto riesgo y cerrar los mercados de vida silvestre que representan un alto riesgo para las personas en términos de enfermedades infecciosas emergentes.

Más precisamente, necesitamos desacoplar el desarrollo del crecimiento económico y reconocer que, de continuar con la misma trayectoria, la escala de la humanidad en la Tierra es simplemente insostenible. Más allá de eso, la colaboración entre las disciplinas es vital para prevenir futuras pandemias y requiere un fuerte compromiso de los responsables políticos, conservacionistas, científicos y expertos en salud. Las autoridades pertinentes necesitan medidas urgentes para detener la conversión del suelo y la deforestación en los ecosistemas, a medida que se tiene que alimentar de manera sostenible a una población en crecimiento; abordar las necesidades económicas y de salud inmediatas y construir una nueva relación entre las personas y la naturaleza; y para ayudar a las comunidades locales a gestionar de manera sostenible la vida silvestre a su alrededor así como sus recursos naturales. Estos contratiempos no significan que debamos perder la esperanza, solo significa que debemos continuar trabajando duro para reequilibrar y asegurar un futuro saludable para las personas y la naturaleza.

¿Qué está haciendo WWF para ayudar a las personas y la naturaleza en torno al COVID-19?

WWF está trabajando con reconocidos expertos en salud de vida silvestre, enfermedades zoonóticas y salud pública para una crear acciones conjuntas que puedan abordar algunas de las prioridades más inmediatas, como la de cerrar los mercados de alto riesgo y el comercio de especies de alto riesgo, y garantizar la aplicación efectiva de la ley, reduciendo la demanda de productos de vida silvestre y asegurando medios de subsistencia alternativos así como la seguridad alimentaria para las comunidades rurales, locales e indígenas que a menudo dependen de estos productos de vida silvestre.

WWF está trabajando para detener la deforestación y la conversión de los suelos, particularmente en los puntos críticos de enfermedades zoonóticas. Los bosques actúan como una barrera natural contra la transmisión de enfermedades de la vida silvestre a las personas; por lo tanto, los bosques administrados de manera sostenible son vitales para reducir las probabilidades de brotes de enfermedades y al mismo tiempo salvaguardar los importantes servicios ecosistémicos para las comunidades que dependen de los bosques. WWF está trabajando con los formuladores de políticas públicas, las comunidades locales y las empresas para reducir la deforestación y mejorar las prácticas agrícolas, como cambiar hacia la producción de productos clave sin deforestación y sin conversión de los suelos. La producción de alimentos, incluyendo la ganadería, es la principal causa de la deforestación. WWF está trabajando para mejorar la gestión del ganado para evitar la conversión de los bosques y el uso de los recursos naturales, y también reducir los encuentros del ganado doméstico con la vida silvestre así como el riesgo de transmisión de enfermedades.

El COVID-19 nos ha dejado claro la necesidad de tener un planeta más resistente y sostenible. Por eso estamos reevaluando el papel que nuestra organización puede desempeñar en apoyo a la salud pública. Trabajando con organizaciones de salud pública, creadores de políticas públicas, comunidades y socios de conservación, buscamos diseñar y ejecutar propuestas para generar un cambio sistemático duradero. Como organización de conservación que se basa en la ciencia, nos encontramos en una situación especial y tenemos la obligación de ayudar a enfrentar las causas de las transmisiones zoonóticas y prevenir futuras pandemias.