Cómo las tradiciones de mi familia filipina adoptan una vida ecológica

Durante mi infancia, mi madre siempre nos decía esta frase a mis hermanos y a mí antes de terminar de comer: wala nang butil ng kanin. Esta frase se traduce literalmente como "no queda ningún grano de arroz", lo que significa que mis hermanos y yo debíamos dejar nuestros platos impecables cuando termináramos de comer. Mis padres nos inculcaron la idea de nunca desperdiciar comida, especialmente el arroz, que es un alimento básico en la mayoría de los platos filipinos. Siendo de Filipinas, mis padres han sido testigos de la escasez de alimentos, por lo que nos enseñaron como prioridad a mis hermanos y a mí cómo minimizar el desperdicio de alimentos y consumir solo lo necesario.

El compromiso de mis padres de minimizar el desperdicio va más allá de la comida ya que siempre han hecho un esfuerzo consciente para reciclar y darle un nuevo uso la a ropa, los artículos para el hogar y muchas cosas más. En la casa donde viví durante mi niñez, mis padres transformaban viejas latas de galletas para guardar joyas y recipientes de mantequilla de maní en alcancías. Cuando visitaba a los miembros de mi familia en Filipinas, también observaba prácticas similares. Para mi familia, conservar los recursos y reutilizar los artículos para darle nuevos usos simplemente ha sido parte de su vida diaria.

También es común que los filipinos estadounidenses extiendan la vida útil de la ropa y los artículos del hogar enviándolos a sus familiares en Filipinas. Todos los años, mis padres enviaban electrodomésticos, ropa y otros artículos para el hogar a su país de origen en cajas balikbayan. En todo el mundo, la diáspora filipina envía cajas balikbayan como una forma de demostrar el cuidado que tienen por sus seres queridos en Filipinas y para prolongar la vida útil de los productos y la ropa, los cuales pueden encontrar un nuevo uso allá.

Woman stands in front of a leafy green backdrop smiling at the camera and holding a badge that's around her neck

Me inspira ver cómo la sostenibilidad y la conservación están tan intrínsecamente entrelazadas con las tradiciones y cultura filipinas. Sin embargo y al mismo tiempo, los filipinos en su país de origen viven en un archipiélago vulnerable de más de 7,000 islas y son algunos de los más afectados por las amenazas ambientales como el cambio climático y los desastres naturales. Desde que era niña, la belleza natural de Filipinas me ha asombrado y me ha comprometido a conservar la naturaleza. Por lo tanto, cuando visitaba a mis familiares en casa, me sentía devastada al ver el daño causado por los tifones, el aumento del nivel del mar y la deforestación.

De esta manera, mis raíces filipinas no solo me han moldeado para vivir de manera más sostenible, sino que también han fomentado en mí una pasión por las acciones climáticas globales y la justicia. Para mí, una de las mayores injusticias de la crisis climática es que las comunidades que menos contribuyen al cambio climático suelen ser las más afectadas por sus consecuencias. Por lo tanto, es un honor ser parte de una organización global de conservación tan influyente e impactante como WWF, que me conecta a una red que impulsa la sostenibilidad y la justicia ambiental en todo el mundo.

Francesca Edralin trabaja en el equipo de participación del sector privado y apoya campañas de marketing que involucran al público en la conservación del medio ambiente y la vida sostenible. Está orgullosa de ser una estadounidense filipina de primera generación ya que sus raíces han inspirado su amor por la naturaleza y su pasión por la justicia climática.