El informe climático más reciente luce sombrío. Aún tenemos esperanza, aquí el por qué.

No necesitamos más pruebas de que la crisis climática es una amenaza existencial para las personas y el planeta. Así lo comprueba un nuevo informe científico de las Naciones Unidas que se centra en las causas y los impactos del cambio climático y las posibles vías para combatirlo.

Sin dejar lugar a dudas, el informe concluye que, para frenar los peores impactos del calentamiento global, los países tienen un largo camino por recorrer en torno a la reducción de las emisiones de carbono.

Hagamos un recuento de lo básico

La crisis climática es ocasionada por las emisiones de gases de efecto invernadero, que a su vez son generadas por el hombre, las cuales continúan aumentando en todos los sectores como el energético (34% de las emisiones), el agrícola (22%), el transporte (15%) y otros. La temperatura global promedio de la Tierra ya se ha calentado 1.1°C en comparación con los niveles preindustriales, y ya estamos viendo desastres más intensos, como consecuencia de eventos extremos del cambio climático, patrones climáticos cambiantes y ecosistemas en aprietos. En 2015, casi todos los países firmaron el Acuerdo de París, cuyo objetivo era limitar el calentamiento a 1.5°C para evitar los impactos más catastróficos del cambio climático. Desafortunadamente, incluso si se cumplen todas las promesas y objetivos que los líderes mundiales han establecido hasta ahora para reducir las emisiones de carbono, se proyecta que estamos en vías de llegar a un aumento de al menos 2.1°C.

¿Queda alguna esperanza?

Sí. Las acciones climáticas funcionan, y como prueba de ello puede verse en la eliminación de varias gigatoneladas de emisiones por año, según el nuevo informe publicado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, un organismo de científicos convocado por la ONU. El problema es cómo escalar las soluciones climáticas en todos los sectores y asegurarnos de que estemos recortando suficientes emisiones para alcanzar el objetivo de 1.5°C.

Aerial view of a Mangrove forest in water along a coast

¿Cómo se ve eso?

Necesitamos transformar casi todas las facetas de nuestra economía. Y si bien eso puede sonar desalentador, cuanto más esperemos para implementarlo, más radical e imposible parecerá. La buena noticia es que las fuentes de energía bajas en carbono son más asequibles que nunca. La transición del sector energético a sistemas limpios y renovables a menudo tiene el mismo precio, o es más barato, que mantener los actuales sistemas intensivos de carbono, especialmente cuando consideramos el daño que están ocasionando al planeta, que también costará miles de millones de dólares para recuperarse o adaptarse.

Cambiar la forma en que alimentamos al planeta también es crucial. La agricultura insostenible es el principal impulsor de la deforestación, que a su vez destruye los hábitats de la vida silvestre, aumenta las emisiones de carbono, deteriora las fuentes de ingresos de las comunidades locales y aumenta nuestro riesgo ante las pandemias. Hacer que la agricultura tenga prácticas sostenibles puede beneficiar la seguridad alimentaria y la biodiversidad, al mismo tiempo que se reducen las emisiones. Sería de gran beneficio para las personas y la naturaleza.

Y no olvidemos el valor de las soluciones basadas en la naturaleza. Restaurar y expandir ecosistemas como los manglares no solo puede ayudar a absorber y almacenar carbono, sino también brindar protección contra el clima extremo, sustentar económicamente a las comunidades y preservar algunos de los ecosistemas con mayor biodiversidad del mundo.

Por último, en todos los sectores, falta la pieza clave de la inversión financiera. El informe revela que, en la actualidad, las inversiones son de tres a seis veces más bajas de lo que deben ser para el año 2030, para que las soluciones climáticas estén a la altura de la magnitud de la crisis. A medida que las economías se recuperan del golpe del COVID-19, los gobiernos tienen una excelente oportunidad de inyectar fondos en acciones climáticas transformadoras y en la cooperación internacional para un futuro mejor.

¿Qué rol puede jugar la gente?

El poder colectivo tiene una fuerza extraordinaria. Unir nuestras voces para exigir acciones climáticas transformadoras puede influir en los líderes políticos, las industrias y las empresas, los principales tomadores de decisiones de quienes depende la reducción de las emisiones de carbono. Debemos reducir las emisiones y promulgar una transición justa hacia una economía limpia impulsada por energías renovables. Debemos aprovechar las soluciones climáticas existentes invirtiendo más en ellas. Los países desarrollados deben asumir la responsabilidad de sus enormes contribuciones a la crisis climática y liderar esta transformación.

Actuemos hoy

No hay que sentirnos derrotados. Aún estamos a tiempo de actuar por las personas, por el planeta y por un futuro mejor.

Comunícate con tus miembros del Congreso y hazles saber que aprecias el apoyo que han brindado a los programas climáticos y de conservación global, y que necesitamos que redoblen ese apoyo el próximo año.

Ryan Zlatanova trabaja en el equipo de activismo y divulgación de WWF, donde ayuda a administrar el programa Panda Ambassador y la estrategia de activismo de WWF.