Un llamado de atención al rol de la agricultura en el cambio climático

Cuando se habla de combatir el cambio climático, acostumbramos enfocarnos en los temas más obvios: energías, transporte y fabricación. Pero existe una industria que a menudo olvidamos, responsable de aproximadamente el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero: la agricultura. Resulta que la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra, combinados, son responsables de una cuarta parte de todas las emisiones de gases de efecto invernadero.

La conexión que hay entre los alimentos, el uso del suelo y el cambio climático global es el tema central de un informe especial realizado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), un organismo de las Naciones Unidas que evalúa la ciencia del cambio climático en apoyo a los responsables de desarrollar las políticas públicas en todo el mundo. El informe del IPCC de agosto de 2019 se centra especialmente en el impacto de la agricultura, por una buena razón.

La agricultura representa aproximadamente 40% de la tierra que ocupamos y 70% del agua que consumimos. La producción de alimentos a menudo va de la mano con la contaminación del agua, la deforestación y la pérdida de biodiversidad de la vida silvestre. Además de contribuir al calentamiento global, las emisiones agrícolas impulsan un ciclo en el cual será cada vez más difícil cultivar suficiente alimento para todos de forma segura. Estos impactos son importantes, sin embargo también existen grandes oportunidades -que aún no hemos explorado- para mejorar la situación.

Farmland in the UK.

A diferencia de los otros factores que contribuyen al cambio climático, tenemos la oportunidad de producir los alimentos no solo minimizando la generación de nuevas emisiones sino también reduciendo las emisiones existentes. De realizarse en los lugares correctos y de la manera correcta, la agricultura es capaz de extraer el carbono de la atmósfera y depositarlo en el suelo donde se produce el alimento.

También podemos reducir la porción de tierras que utilizamos para la alimentación rehabilitando los suelos que han perdido su capacidad de producción. Emplear menos tierra para cultivar alimentos significa destruir menos acres de bosques y pastizales y contar con más oportunidades para replantar y reconstruir hábitats de bosques y pastizales en todo el mundo. Más árboles y pastos plantados significa más absorción de carbono extraído de la atmósfera, lo que a su vez significa menos calentamiento.

El desperdicio de alimentos es otra área donde podemos actuar. Del campo a la mesa, actualmente desperdiciamos o perdemos un tercio de todos los alimentos que producimos, lo que sería suficiente para alimentar a todas las personas del planeta que padecen hambre. Imagínate si pudiéramos reducir este desperdicio a la mitad y darle un buen uso a esa comida. Ahorraríamos agua y tierra, produciríamos menos gases de efecto invernadero y alimentaríamos a más personas.

Para hacer estos cambios a gran escala y realmente reducir el impacto que tiene la agricultura en el cambio climático, necesitamos la participación de todos. Necesitamos nuevas tecnologías para ser más eficientes; requerimos financiamientos innovadores que incentiven prácticas inteligentes para el planeta; necesitamos que las empresas colaboren y se coordinen para eliminar el abastecimiento insostenible de sus cadenas de suministro; y necesitamos que los gobiernos implementen y apliquen regulaciones más estrictas. Adicionalmente, todos los consumidores tienen un papel que desempeñar desperdiciando menos alimento, defendiendo mejores políticas y apoyando a las empresas que se están moviendo en la dirección correcta.

Este informe del IPCC pondrá este tema en el radar de los líderes mundiales, pero necesitamos más que solo estar conscientes de la situación. En los últimos 10 años hemos visto muchos compromisos de parte de los interesados, especialmente de las grandes empresas, para mejorar las prácticas de una agricultura más sostenible. Durante los próximos 10 años necesitaremos ver acciones. Aún hay tiempo para limitar los impactos del cambio climático y prepararse para lo que viene. Pero debemos actuar hoy para construir sistemas alimenticios eficientes y resistentes que puedan alimentar al planeta sin dañar nuestro clima, ni a nosotros mismos, a largo plazo.